Cuando te enfrentas a una grabación, es muy importante identificar posibles elementos mejorables antes de empezar.
Uno de ellos, y que condicionará el resultado final y que no podrá modificarse, salvo que trabajemos con MIDI, es la velocidad de las canciones. Me refiero a nuestro amigo el TEMPO.
La velocidad a la que el tema va a ser creado, tanto si se trata de un tema propio o una versión (incluso más complejo ya que el público conoce el tempo original).
Las melodías vocales, los patrones rítmicos, las líneas de bajo, las guitarras, etc. están totalmente condicionados por la velocidad a la que van a ser organizados y ensamblados.
Es importante que aprendamos a detectar que cuando algo no FUNCIONA en una grabación, muy posiblemente sea por culpa de no haber sido más escrupulosos a la hora de buscar el TEMPO ideal.
En primer lugar debemos fijarnos en la VOZ. Normalmente todo debe girar en torno a ella
Si no suena fluida, no respira, el silabeo es atropellado y si parece que el cantante va a fallecer en los próximos segundos, lo más probable es que la canción vaya demasiado acelerada.
Por el contrario, si la interpretación aburre a las ovejas, nuestro cerebro pierde la capacidad de seguir el mensaje, y si hasta su novia se está quedando dormida durante la grabación, sabremos que hay que acelerarla. (la canción, no a la novia ;)).
Una vez tenemos lo de la VOZ solucionado, debemos prestar atención al resto de los elementos utilizados.
Cuando estamos hablando de VERSIONES lo tenemos más fácil. Mantener el TEMPO original nos ayudara a que, si respetamos los arreglos que venían de serie, el tema mantendrá el empuje y producirá parecidas sensaciones. Al acelerarlos pasaran desapercibidos como un tren a toda velocidad y al frenarlos aparecerá un excesivo protagonismo de los arreglos y una gran monotonía que alejara nuestra oreja de la escucha.
Es muy frecuente oír hablar de las Orquestas que actúan en las fiestas populares de forma despectiva como si pertenecieran a un submundo musical o algo parecido.
En mi experiencia, nada más lejos de la realidad. Normalmente las forman músicos excelentes con una educación musical brillante iniciando el estudio del solfeo desde pequeños. Suelen jugar con el tempo de las canciones conscientemente, ya que para amenizar cuatro horas o más de actuaciones y contentar a la mayoría del público, aceleran un poco los temas lentos y frenan los rápidos.
Pero eso no nos debe pasar a nosotros, y menos en una grabación.
Hay que conseguir que la canción esté llena de tensión, de emocione magia, de feeling, y una gran ayuda para ello es cuidar al máximo posible eso que parece tan simple y se llama TEMPO.
Ernesto García Puche es músico y productor. Desde hace más de 30 años dirige los Estudios El Trastero por los que han pasado figuras como Raimundo Amador, Hombres G o Dover. Es especialista en grabación y asesoramiento a bandas emergentes. |
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Linkmusic Team